La producción de energía continúa reproduciendo los mecanismos tradicionales capitalistas de acaparamiento de recursos (a costa de poblaciones más desfavorecidas y generaciones venideras) y maximización de beneficios como único objetivo, en vez de responder a las necesidades de toda la población. Un puñado de empresas reparte beneficios obscenos entre sus accionistas mientras cada vez más personas no pueden acceder a un suministro básico, todo ello a costa de la salud humana y el agravamiento de la crisis climática y ecológica.

Es vital reorientar la producción al bien común, asegurando el derecho básico a la energía, dentro de los límites impuestos por la menguante disponibilidad de recursos y la incapacidad de los sistemas planetarios de seguir absorbiendo nuestros deshechos sin desestabilizarse peligrosamente, como ya está ocurriendo con el sistema climático.

Los cambios meramente tecnológicos que se proponen no nos permitirán garantizar el acceso básico a la energía para toda la población, a la vez que se respetan estos límites, si no van acompañados de cambios socioeconómicos. Existe ya literatura científica que indica que se podrían mantener altos niveles de bienestar humano con un consumo energético sustancialmente menor que el actual, pero ello exige una redistribución: la reducción del consumo debe recaer principalmente sobre las clases más altas.

Entender la energía como un bien básico pero limitado requiere poner el foco en la necesidad de democratizar la toma de decisiones respecto a esta cuestión. La población local, debidamente informada, debe formar parte de los procesos de planificación y toma de decisiones estratégicas y, asimismo, participar de experiencias como las comunidades energéticas, que dotan de mayor poder de decisión sobre la producción y el consumo. Sin embargo, la realidad es la opuesta. La gestión actual de la información acerca de la energía por instituciones y los grandes medios de comunicación no es responsable, ni atiende la urgencia del momento, y las decisiones se toman de espaldas a la ciudadanía.


Por ello, en Navarra demandamos:

  1. El decrecimiento en el debate público

    Que tanto instituciones como medios de comunicación, atendiendo al consenso científico, reconozcan la imposibilidad de un crecimiento económico ilimitado.

  2. Planificación energética

    Un rediseño del Plan energético de Navarra 2030 que tenga en cuenta la evidencia científica respecto a la disponibilidad energética, la emergencia climática y ecológica y las necesidades reales de la población mediante una auditoría.

  3. Vivienda eficiente y asequible

    Un programa público que financie al 100% la renovación de los hogares, especialmente los de la población más vulnerable, y así incrementar la eficiencia energética, reducir las facturas y disminuir su huella de carbono.

    Asimismo, deben tomarse medidas encaminadas a evitar que estas inversiones públicas contribuyan a aumentar el precio de la vivienda y dificulten el acceso a ella.

  4. Soberanía alimentaria

    Un impulso decidido hacia un nuevo sistema basado en la agroecología y la soberanía alimentaria.

    Así, exigimos solo producto ecológico y local —procedente de pequeños productores a través de canales cortos de distribución— en todos los comedores dependientes de la administración pública (colegios, hospitales, residencias, centros penitenciarios, etc.).

  5. Transporte público y movilidad activa

    Transporte municipal y comarcal gratuito, mejorando y ampliando las redes de bus y tren existentes.

    A la vez, deberá restringirse, con la mayor urgencia, el uso del vehículo privado en entornos urbanos, priorizando los espacios peatonales e infraestructuras ciclistas de calidad. En el caso del ferrocarril, es indispensable recuperar todas las estaciones en desuso y aumentar su frecuencia.

  6. Reorganización del modelo productivo

    Reorientar la economía hacia el sector de los cuidados, fomentar el reparto del trabajo y reestructurar el tejido industrial de Navarra, sin perjudicar a la clase trabajadora.

    Transitar hacia un modelo productivo más resiliente, que evite el uso de materiales críticos y cadenas logísticas transcontinentales, y priorice la materia prima local y la cobertura de las necesidades de la población.

    Fomentar el comercio de productos con garantías amplias y la posibilidad de reparación, mediante la disponibilidad de piezas de recambio durante un periodo determinado y la existencia de talleres cercanos.

  7. Democratización energética

    Que las decisiones sobre la producción, distribución y comercialización de energía estén en manos de la ciudadanía y, así, reclamamos la constitución de una asamblea ciudadana en materia de energía.


Referencias / bibliografía

Grupos promotores y adhesiones:

  • AHT Gelditu! Nafarroa
  • Alianza Verde Navarra
  • Antikapitalistak
  • Asociación en Defensa de la Tierra LURRA
  • Asociación Sumaconcausa
  • CGT/LKN-Nafarroa
  • Comunidade de Montes de Couso
  • EH Zientzialarien Matxinada
  • Ekologistak Martxan Nafarroa
  • ELA Sindikatua
  • Energia Gara Nafarroa
  • Erdiz Bizirik
  • Euskal Gune Ekosozialista
  • Extinction Rebellion Araba
  • Extinction Rebellion Bizkaia
  • Extinction Rebellion Gipuzkoa
  • Extinction Rebellion Murcia
  • Extinction Rebellion Pamplona-Iruñea
  • Foro contra la Incineración de Residuos
  • Fridays For Future Pamplona-Iruñea
  • Fundación Sustrai Erakuntza
  • GaresBide
  • GaresEnergia
  • Geltoki
  • Goiener Elkartea
  • Ingeniería Sin Fronteras Navarra (ISF)
  • Jauzi Ekosoziala
  • LAB Sindikatua
  • Lunes Lilas Navarra
  • Martes al Sol
  • Mugarik Gabe Nafarroa
  • NEE/TEN (Nafarroako Energia Eraldatzen / Transformando la Energía de Navarra)
  • PAH Berriozar
  • Plataforma Xente Noroccidente
  • REAS Navarra-Nafarroa
  • Sakana Harrera Harana
  • Steilas Sindikatua
  • Urbi auzo elkartea Eguesibar / Asociación vecinal Urbi del Valle de Egüés
  • Xarxa per la Sobirania Energètica
  • 4 Elements renovables

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